En los últimos días está teniendo cierta difusión en las redes sociales la noticia de que el precio de la energía eléctrica en España es el más alto de la Unión Europea, junto a los de Malta y Chipre.
Aunque la noticia es cierta en términos absolutos, puede tener más valor poner en relación ese precio de la energía con la renta per cápita disponible, como hacemos en el gráfico 1, ya que así comparamos el esfuerzo de compra que supone la energía en los diferentes países.
Aunque la noticia es cierta en términos absolutos, puede tener más valor poner en relación ese precio de la energía con la renta per cápita disponible, como hacemos en el gráfico 1, ya que así comparamos el esfuerzo de compra que supone la energía en los diferentes países.
Lo relevante es observar cuáles son los países en los que ese esfuerzo de compra es mayor que en España. Son todos países en desarrollo: Turquía, Hungría, Malta, Chipre, Polonia, Eslovaquia, Rumanía, Letonia, Lituania, Bulgaria.
Dejando al margen el coste de la energía en la cesta de la compra familiar, si nos centramos en el impacto de la energía como input industrial en la competitividad empresarial, en todos los países citados, estos elevados costes se compensan con niveles salariales muy inferiores a los que tenemos en España.
Por el contrario, en los países de nuestro entorno más inmediato, con salarios, en la mayoría de los casos, superiores a los españoles, el esfuerzo de compra de la energía es sensiblemente menor que en España. Es lo que ocurre en Luxemburgo, Noruega, Francia, Finlandia, Holanda, Dinamarca, Alemania, Austria, Bélgica, Reino Unido, e incluso en Irlanda, Italia o Portugal. En todos estos países, el menor esfuerzo de compra de la energía viene a compensar, en alguna medida, sus superiores costes salariales, contribuyendo, de esta forma, a mejorar su competitividad.
Así pues, a pesar del reciente éxito futbolístico, también por este asunto, estamos abocados a más devaluación salarial para competir en la segunda división europea junto a los países en desarrollo que antes citábamos.
Gráfico 1. Precio de la energía eléctrica en relación a la renta per cápita (2011).
Dejando al margen el coste de la energía en la cesta de la compra familiar, si nos centramos en el impacto de la energía como input industrial en la competitividad empresarial, en todos los países citados, estos elevados costes se compensan con niveles salariales muy inferiores a los que tenemos en España.
Por el contrario, en los países de nuestro entorno más inmediato, con salarios, en la mayoría de los casos, superiores a los españoles, el esfuerzo de compra de la energía es sensiblemente menor que en España. Es lo que ocurre en Luxemburgo, Noruega, Francia, Finlandia, Holanda, Dinamarca, Alemania, Austria, Bélgica, Reino Unido, e incluso en Irlanda, Italia o Portugal. En todos estos países, el menor esfuerzo de compra de la energía viene a compensar, en alguna medida, sus superiores costes salariales, contribuyendo, de esta forma, a mejorar su competitividad.
Así pues, a pesar del reciente éxito futbolístico, también por este asunto, estamos abocados a más devaluación salarial para competir en la segunda división europea junto a los países en desarrollo que antes citábamos.
Creo que jugamos en tercera regional.
ResponderExcluirCreo que jugamos en tercera regional.
ResponderExcluir