quarta-feira, 29 de agosto de 2012

Rescate sí, ¿pero no así?

No seremos nosotros quienes pongamos en duda la legitimidad de Cataluña para pedir la independencia de España. Sea el 11 de septiembre, antes, o después. Cualquier país debería tener derecho a decidir, democráticamente, a qué clubs quiere pertenecer. Llámese ese club España, llámese Unión Europea, o llámese ONU. 
 
Pero este es un asunto, y otro diferente es el problema de la deuda pública catalana y la necesidad de ser rescatada por el Fondo de Liquidez Autonómico español. 
 
 
 
Para no ser en exceso reiterativos, recordar, simplemente que: 1) La deuda pública de Cataluña (42.000 millones de euros en el primer trimestre de 2012) equivale al 21% de su PIB; 2) la Generalitat no tiene ninguna posibilidad de refinanciar la deuda en el mercado, pues sus títulos de deuda tienen la calificación de bono basura; 3) Cataluña cerró el año 2011 con un déficit público del -3,72% del PIB. 
 
De ahí la necesidad de solicitar el rescate del Fondo de Liquidez Autonómico, que es el único mecanismo al que puede recurrir. Como cualquier otro rescate, está sujeto a determinadas condiciones, en este caso fijadas de antemano, y que el solicitante debe de cumplir. Y aquí se acaba el problema estrictamente económico.
 
Por eso la actitud del gobierno catalán, al decir que solicita el rescate pero que no aceptará condiciones, sólo cabe entenderla en clave de consumo interno para sus votantes, preparando ya las próximas elecciones, que con seguridad tendrá que anticipar.
 
Lo demás, son intentos vanos de ocultar el verdadero problema, ¿por qué Cataluña ha llegado a esta situación?, detrás del siempre rentable políticamente, pero nunca concretado, debate independentista.

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