Publica estes días Faro de Vigo, como reacción á súa exclusión por parte de Novagalicia Banco da campaña do perdón -onosocompromisocongalicia.com-, un informe no que o Banco de España analiza a situación de Caixa Galicia e Caixanova no momento da fusión.
Fanse públicos, por primeira vez, datos reveladores sobre cál era a verdadeira situación económico-financeira de cada unha das entidades. Así, respecto a Caixa Galicia dise que:
Fanse públicos, por primeira vez, datos reveladores sobre cál era a verdadeira situación económico-financeira de cada unha das entidades. Así, respecto a Caixa Galicia dise que:
"La entidad tiene una limitada capacidad de generar resultados recurrentes con que cubrir los necesarios ajustes. Esa limitada capacidad quedaba demostrada por la falta de músculo en la actividad de la caja para cubrir tanta provisión como se necesitaba en función de los impagos acumulados. La gestión del día a día era insuficiente para afrontar el constante aumento de la morosidad".
"A inicios del año 2007 comenzaron a aflorar los primeros síntomas de deterioro de la evolución de Caja de Ahorros de Galicia, consecuencia de su desafortunada apuesta de expansión durante los últimos años. Tal expansión se caracterizó por una política agresiva de crecimiento en materia crediticia sin haber reforzado los controles internos, dirigida a segmentos muy sensibles al ciclo económico y financiada con importante apelación a los mercados mayoristas, lo que produjo un fuerte deterioro del perfil de riesgo supervisor de la caja".
La evolución de las cuentas de una y otra, sin embargo, evidencia que la rentabilidad no era para nada equiparable, hasta el punto de que justo en la antesala de la fusión, al cierre de septiembre de 2010, Caixanova llegó con 80 millones de euros de beneficio en el negocio tradicional y Caixa Galicia –1,4 veces más grande–, con pérdidas de 61,2 millones.
Fue el primer síntoma público de que la fusión no era lo que parecía ni tan equilibrada como se intentó publicitar. "El plan de integración contempla para los activos aportados por Caja de Ahorros de Galicia a la nueva entidad, en el escenario base, una estimación total de pérdidas esperadas de 2.090 millones, a sanear contra reservas en el momento inicial". Las pérdidas se estimaban en "un escenario base" Hasta el punto de que la pérdida esperada en el total del nuevo grupo financiero gallego podía dispararse hasta los 5.000 millones de euros si el contexto empeoraba.
¿A qué se destinaron los 3.008 millones de euros? Pues un total de 1.926 millones a cubrir posibles impagos en créditos, 399 millones más por los inmuebles y suelo adjudicados como pago de deudas, 419 millones más como colchón ante la caída del valor de las participadas y 264 millones por las prejubilaciones. Por lo tanto, la limpieza en sentido estricto –sin contar la partida destinada a abordar la reestructuración de plantilla– ascendió a 2.774 millones, de los que, como refleja el informe del Banco de España, al menos un 77% venía obligado por el deterioro de activos de Caixa Galicia. Lo que explica que la hoja de ruta y el bastón de mando, una auténtica patata caliente, se dejaran en manos de Caixanova, pese a la aparente fusión "equilibrada y paritaria" que, sobre todo desde la Xunta, se pretendió vender. La razón, también, de que Méndez fuera desterrado de todas las negociaciones previas por orden del propio Banco de España.
"A inicios del año 2007 comenzaron a aflorar los primeros síntomas de deterioro de la evolución de Caja de Ahorros de Galicia, consecuencia de su desafortunada apuesta de expansión durante los últimos años. Tal expansión se caracterizó por una política agresiva de crecimiento en materia crediticia sin haber reforzado los controles internos, dirigida a segmentos muy sensibles al ciclo económico y financiada con importante apelación a los mercados mayoristas, lo que produjo un fuerte deterioro del perfil de riesgo supervisor de la caja".
La evolución de las cuentas de una y otra, sin embargo, evidencia que la rentabilidad no era para nada equiparable, hasta el punto de que justo en la antesala de la fusión, al cierre de septiembre de 2010, Caixanova llegó con 80 millones de euros de beneficio en el negocio tradicional y Caixa Galicia –1,4 veces más grande–, con pérdidas de 61,2 millones.
Fue el primer síntoma público de que la fusión no era lo que parecía ni tan equilibrada como se intentó publicitar. "El plan de integración contempla para los activos aportados por Caja de Ahorros de Galicia a la nueva entidad, en el escenario base, una estimación total de pérdidas esperadas de 2.090 millones, a sanear contra reservas en el momento inicial". Las pérdidas se estimaban en "un escenario base" Hasta el punto de que la pérdida esperada en el total del nuevo grupo financiero gallego podía dispararse hasta los 5.000 millones de euros si el contexto empeoraba.
¿A qué se destinaron los 3.008 millones de euros? Pues un total de 1.926 millones a cubrir posibles impagos en créditos, 399 millones más por los inmuebles y suelo adjudicados como pago de deudas, 419 millones más como colchón ante la caída del valor de las participadas y 264 millones por las prejubilaciones. Por lo tanto, la limpieza en sentido estricto –sin contar la partida destinada a abordar la reestructuración de plantilla– ascendió a 2.774 millones, de los que, como refleja el informe del Banco de España, al menos un 77% venía obligado por el deterioro de activos de Caixa Galicia. Lo que explica que la hoja de ruta y el bastón de mando, una auténtica patata caliente, se dejaran en manos de Caixanova, pese a la aparente fusión "equilibrada y paritaria" que, sobre todo desde la Xunta, se pretendió vender. La razón, también, de que Méndez fuera desterrado de todas las negociaciones previas por orden del propio Banco de España.
Y, ¿de dónde salieron los fondos para la limpieza? Básicamente de la inyección del FROB. Los 1.162 millones de euros –para los que la entidad emitió preferentes con unos intereses acumulados de 240 millones de euros–, a los que suman 914 millones que se recuperaron por créditos fiscales y 931 millones adicionales de reservas. Fue el principio del fin del proyecto. La limpieza necesaria por el peso de la morosidad de Caixa Galicia supuso un tijeretazo en el capital principal del grupo que veía luz hasta dejarlo en solo un 5,28%.
Toda esta información non ven máis que a poñerlle cifras certas ao que aquí escribiamos dende o outono de 2009. Véxase senón, simplemente a modo de exemplo do moito que aquí temos escrito, o que diciamos en maio de 2010:
A tan traída e levada fusión de Caixanova con Caixa Galicia só foi posible grazas á crise. Se a credibilidade do Estado Español non estivese en cuestión nos mercados financeiros internacionais, hoxe non teríamos caixa única en Galicia.
O Banco de España tardou demasiado, e cando quixo racionar, poñendo en práctica a ameaza latente dende o principio, a intervención de Caixa Galicia, debido ao deterioro da posición española nos mercados internacionais, xa non era posible. Nestes momentos, a intervención dunha entidade financeira precipitaría o descalabro español nos mercados de débeda internacionais.
A única opción, para gañar tempo, foi cambiar de criterio e pasar a apoiar a fusión. Outro día ocuparémonos dos patéticos esforzos, no norte e no sur, por vender o resultado deste accidentado proceso como un triunfo de país. A realidade é que a nosa anhelada caixa única só foi posible porque non había outra solución.
Nace lastrada e condenada ao fracaso. No mellor dos casos, no prazo dun ano estaremos falando de privatización a través dese eufemismo das cotas participativas. No peor, nin poderá chegar a materializarse e haberá que pechar o chiringuito. Por dous motivos. O primeiro, que non se encontre comprador, hipótese máis que probable no contexto actual, para as 250 oficinas da rede exterior de Caixa Galicia que é imprescindible vender. O segundo, que en calquera caso, a pesar de que se siga ocultando información veraz da situación económico-financeira de cada unha das dúas caixas, o hoxe xa máis que certo buraco inmobiliario de Caixa Galicia hai que pagalo.
A tan traída e levada fusión de Caixanova con Caixa Galicia só foi posible grazas á crise. Se a credibilidade do Estado Español non estivese en cuestión nos mercados financeiros internacionais, hoxe non teríamos caixa única en Galicia.
O Banco de España tardou demasiado, e cando quixo racionar, poñendo en práctica a ameaza latente dende o principio, a intervención de Caixa Galicia, debido ao deterioro da posición española nos mercados internacionais, xa non era posible. Nestes momentos, a intervención dunha entidade financeira precipitaría o descalabro español nos mercados de débeda internacionais.
A única opción, para gañar tempo, foi cambiar de criterio e pasar a apoiar a fusión. Outro día ocuparémonos dos patéticos esforzos, no norte e no sur, por vender o resultado deste accidentado proceso como un triunfo de país. A realidade é que a nosa anhelada caixa única só foi posible porque non había outra solución.
Nace lastrada e condenada ao fracaso. No mellor dos casos, no prazo dun ano estaremos falando de privatización a través dese eufemismo das cotas participativas. No peor, nin poderá chegar a materializarse e haberá que pechar o chiringuito. Por dous motivos. O primeiro, que non se encontre comprador, hipótese máis que probable no contexto actual, para as 250 oficinas da rede exterior de Caixa Galicia que é imprescindible vender. O segundo, que en calquera caso, a pesar de que se siga ocultando información veraz da situación económico-financeira de cada unha das dúas caixas, o hoxe xa máis que certo buraco inmobiliario de Caixa Galicia hai que pagalo.
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