¿Sobrevivirá el tigre celta?

En los últimos meses los titulares de prensa comenzaron a incluir a Irlanda en el grupo de países PIGS en sustitución de Italia, seguramente por falta de íes más que por otra cosa, junto a Portugal, Grecia y España. Además, las previsiones de algunos organismos internacionales señalan a este país, Irlanda, como el que sufrirá en mayor medida las consecuencias de la crisis, más incluso que España.

En un post anterior hacíamos un análisis de cuál había sido la espectacular progresión de Irlanda en los últimos treinta años. De estar a la cola de la entonces UE-15, a situarse en los últimos años como el país más rico de la UE-27 –mayor renta per cápita-, después de Luxemburgo.

Fue, sin embargo, el primer país de la zona euro en entrar en recesión y el más golpeado por la crisis. Los motivos, la contaminación de su sobredimensionado sector financiero con activos tóxicos procedentes de las subprime americanas, que obligaron al gobierno a un importantísimo esfuerzo de saneamiento a costa de las arcas públicas por la vía de la nacionalización de algunos de los principales bancos, y al igual que en España el estallido de su burbuja inmobiliaria que, si bien en valores absolutos era mucho menos importante que la española, en relación al tamaño de la economía irlandesa era también desmesurada. El PIB encadenará tres años de contracción: -3,0% en 2008, -7,5% en 2009, y -1,4% en 2010.

Las consecuencias inmediatas del sobreesfuerzo público que se vieron obligados a hacer son que tanto el déficit público –se calcula que alcanzará el 13% del PIB en 2010- como la deuda pública –equivalente al 80% del PIB en 2010 y el 95% en 2011, cuatro veces más que antes de la crisis- se dispararon en los dos últimos años.

Hay, sin embargo, dos diferencias fundamentales respecto a España:

1. La balanza comercial. España mantiene un déficit comercial endémico que si se ha visto ligeramente atenuado en los últimos tiempos ha sido debido a que la atonía económica del país ha llevado a que las importaciones han caído más que las exportaciones. Irlanda, por el contrario mantiene un saneado saldo comercial positivo, lo que significa que a poco que se recuperen los mercados mundiales, jugarán un efecto palanca importantísimo sobre la economía irlandesa. (véanse los gráficos 1 y 2).

Gráfico 1. Evolución del saldo comercial de Irlanda 2007-2009

Gráfico 2. Evolución del saldo comercial de España 2007-2009

2. Una decidida política anticrisis. El gobierno irlandés reaccionó de manera contundente ya en el primer trimestre de 2009, aprobando un presupuesto de emergencia que contemplaba recortes de gastos por valor de 1.500 millones de euros, y un endurecimiento de la fiscalidad personal que permitiría recaudar 1.800 millones.

Sus medidas de austeridad van en la dirección correcta. Hay que recordar que Irlanda fue el primer país de la OCDE en dar un viraje a la política fiscal, centrándose en la consolidación de las finanzas públicas en el medio plazo.

El presupuesto elaborado por el Gobierno de Irlanda para el año 2010 prevé un recorte del gasto público de 4.051 millones de euros, equivalentes al 2,2% del PIB. Los gastos de capital se reducirán en 961 millones de euros. El gobierno ha revisado su programa de inversiones, priorizando los proyectos que aceleren la recuperación y mejoren la competitividad de la economía. Los gastos corrientes sufrirán un recorte de 3.090 millones de euros, de los cuales 1.005 corresponden a retribuciones del personal de las AA.PP. -una reducción en torno al 20% de los salarios públicos- y 760 a gasto social. En materia de fiscalidad, el presupuesto incluye algunos cambios menores, como un recorte del tipo de gravamen del IVA del 21,5% al 21%, un nuevo “impuesto verde” sobre los combustibles fósiles o la eliminación de la deducción por intereses de hipotecas a partir de 2017. Sin embargo, el impuesto de sociedades sigue en el más que competitivo 12%.

En España, por el contrario, seguimos anclados en el más puro keynesianismo, alimentando artificialmente la actividad económica en el corto plazo, pero sin adoptar una decidida política económica y presupuestaria eficaz para contrarrestar la crisis y consolidar las finanzas públicas. Y lo que es peor, tampoco podemos esperar grandes efectos positivos de la previsible recuperación foránea.