Ayer entrevista al presidente del gobierno en TVE. Máxima audiencia. Se puso de manifiesto la incoherencia de la política económica de este gobierno y la debilidad del área económica del mismo.
Con una ministra de economía incapaz de mantener un discurso mínimamente coherente y con escasa credibilidad, y con un ministro de industria -en teoría con una excelente formación- del que sólo se conocen, como grandes medidas de política industrial, aquella genialidad de regalarnos bombillas de bajo consumo y la ocurrencia del coche eléctrico.
Así, muy a su pesar, el protagonismo lo asume cada vez más el presidente. Pero su concepción de la política y de la acción de gobierno está centrada en exclusiva en los ámbitos soft: políticas sociales y derechos individuales. Cuando tiene que hablar de economía se siente incómodo.
Ayer justificaba la enorme destrucción de empleo en base a que la construcción había crecido en los últimos diez años más del doble de lo que sería razonable. Por tanto, cuando estalla la burbuja inmobiliaria, un sector que estaba sobredimensionado se contrae y expulsa al paro a una enorme cantidad de trabajadores.
Pero no se preocupen. Nuestra economía también se ha caracterizado siempre por crear empleo más rápido y en mayor cantidad que las restantes economías europeas. Ha sido así en los últimos diez años anteriores a la crisis.
Además, decía, vamos a crecer con un nuevo modelo productivo, como se recoge en el proyecto de ley de economía sostenible: menos, mucha menos, construcción y más industria y sectores de futuro.
Así pues, en el segundo semestre de este año empezaremos a recuperar empleo. Este pronóstico hay que aceptarlo como dogma de fe porque no hay ningún argumento, ningún dato objetivo que lo justifique. Al contrario, aún en el escenario más optimista -el que maneja el gobierno- de que la economía española crezca ligeramente en 2010 -la mayoría de los informes de instituciones y organismos nacionales e internaciones mantienen que seguiremos en crecimiento negativo- todos los expertos coinciden en que para que haya recuperación del empleo son necesarios crecimientos por encima del 3,5% del PIB.
Pero sobre todo, la incoherencia está en que el empleo generado, de manera rápida y abundante, en los últimos diez años fue debido, en gran parte, a la construcción. Y él mismo señalaba que la construcción nunca alcanzará en el futuro el volumen que tenía hasta ahora.
Y en los sectores que el proyecto de ley de economía sostenible señala como estratégicos, primero, nuestra competitividad, salvo honrosas excepciones, es más bien escasa, y segundo, la generación de empleo en esos sectores es muchísimo menos intensa que en la construcción.
Por otro lado, en los sectores industriales tradicionales ni nuestro nivel salarial ni las condiciones del mercado de trabajo permiten ser muy optimistas da cara a la recuperación del empleo.
Quedaría confiar en la recuperación de la demanda interna, pero en este año, con la ya aprobada subida del IVA a partir de julio -que servirá, dice, para financiar medidas sociales de apoyo a los parados- y con la persistente restricción del crédito, tampoco cabe esperar muchas alegrías.
Por último, nuestra eterna gallina de los huevos de oro, el turismo, tampoco permite, de momento, ningún margen al optimismo.
Por todo esto, el discurso económico de este gobierno, y de su presidente, sólo cabe interpretarlo como un intento vano de insuflar ánimos a la alicaída ciudadanía.
Al mal tiempo buena cara, si el presidente del gobierno se dedicara a deprimirnos aún más de lo que nos sentimos, estaríamos como esperando morir de pena.
ResponderExcluirNo digo que no...
ResponderExcluirSalud,