Acaban de publicarse los datos de I+D correspondientes a 2008. Para España el gasto ascendió a 14.701 millones de euros, lo que supone el 1,35% del PIB, frente al 1,27% de 2007, por lo que el incremento anual fue del 10,2%.
En Galicia el gasto total suma 584.213 millones de euros que equivalen al 1,04% del PIB, prácticamente la misma cifra que en 2007 -1,03%-. No es una buena noticia este estancamiento del gasto en el primer año de gobierno del PP, después del importante esfuerzo que el gobierno bipartito había hecho en los últimos años. Se rompe la tímida senda de convergencia que parecía haberse iniciado.
Resulta todavía más negativo que el esfuerzo privado pasase en Galicia de 307 millones de euros en 2007 -0,57% del PIB- a 281 millones de euros en 2008 -0,50% del PIB-. En tanto que en España el gasto empresarial representó en 2008 el 0,74% del PIB, un incremento de tres centésimas respecto a 2007.
Aunque los políticos dan mucha relevancia a este tipo de datos, el análisis de las cifras de esfuerzo (gasto), sin embargo, no permite una adecuada evaluación de la I+D+i. Ni aún teniendo en cuenta también los outputs (resultados), se obtiene un buen diagnóstico del sistema.
Lo importante es poder medir si los resultados obtenidos se corresponden con el nivel de esfuerzo realizado. Es decir, tratar de determinar algún índice de "productividad" del sistema de I+D+i. En el trabajo que puede verse aquí, realizado por Deloitte para la Cámara de Comercio de Madrid, se realiza un estudio comparativo del sistema español de I+D+i con los sistemas de otros treinta países. Los resultados son interesantes.
España tiene una eficiencia y unos resultados considerablemente por debajo de la media de países. Se sitúa en el puesto 23 de los 30 países. Podría aumentar su eficiencia en un 33%; es decir, su "productividad" estaría en el 67% de la que alcanzan los países más eficientes.
Lo más sorprendente de los resultados del estudio no es ese gap de eficiencia respecto a los países líderes, que se podría presuponer. Lo realmente importante es que países, en principio menos desarrollados, como Rumanía, Turquía, Chequia o Portugal, están en el top del 100% de eficiencia, a la altura de Alemania o Suiza. Es decir, estos países con un nivel de gasto y de resultados muy inferior al español, aprovechan mejor cada euro que invierten en I+D+i. La secuencia de países a imitar viene dada, según el estudio, por Suecia a corto plazo, Japón a medio plazo y Alemania en el largo plazo.
Se impone entonces, para maximizar los resultados de la I+D+i, tomar medidas correctivas que como primer paso aumenten la eficiencia del sistema, especialmente en un contexto de crisis. Sólo una vez que se logre mejorar la eficiencia se podrán aumentar los recursos destinados a la I+D+i, tanto económicos como humanos, con el objetivo de generar mayores resultados.
En caso contrario, un aumento aislado y prematuro de los recursos, resultaría en un desaprovechamiento de los mismos.
Es urgente, pues, un análisis de las causas de esta ineficiencia. Algunas sugerencias a contrastar: la estructura y orientación de nuestro modelo educativo; la orientación de nuestra investigación básica; la utilización que hacen las empresas de las ayudas públicas que reciben para el fomento de la I+D+i.
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