Este veinte aniversario de la caída del muro de Berlín es una buena razón para autoimponerse la obligación de hablar de Cuba.
Non es fácil ni cómodo, para los que crecimos con la foto del Che y la bandera cubana decorando nuestro cuarto de adolescentes que cantábamos a Carlos Puebla, a Silvio o a Pablo Milanés, acercarnos hoy a la situación cubana de modo objetivo. Pienso, sin embargo, que hay que intentarlo.
Es innegable el enorme soplo de aire fresco y de ilusión que supuso la Revolución para la juventud y las clases populares de todo el mundo.
No se debe obviar la regeneración ética y moral que representó para el pueblo cubano, materializada en una sociedad más igualitaria y justa, que suponía un enorme contraste respecto de la degradación que se había alcanzado con el gobierno de Batista.
No hay que olvidar que en los peores años de la guerra fría Cuba jugó un importante papel en el tablero mundial, contribuyendo a un mayor equilibrio entre las dos grandes potencias.
No puede cuestionarse el enorme desarrollo que en las décadas de los setenta y ochenta alcanzó Cuba en condiciones de vida (educación, sanidad), sobre todo si se compara con los países da su entorno geográfico caribeño. Las cifras de mortalidad infantil, de esperanza de vida, de analfabetismo, o de titulados universitarios, están todavía ahí y siguen siendo envidiable ejemplo.
Ni deberíamos dejar de recordar las lecciones de solidaridad que ha dado este país, tanto en Sudamérica como en África.
Todas estas razones formaban parte del argumentario que hemos defendido con ardor en tantas y tantas discusiones.
Los que hemos tenido ocasión de conocer la Cuba alejada de la oferta de los touroperadores (Cayo Largo, Varadero o La Habana), es decir, la auténtica Cuba de Pinar del Río, Matanzas, Holguín, Camagüey, o Bayamo –en la provincia de Granma muy cerca de Sierra Maestra y donde non circula todavía el peso convertible– o incluso Santiago, los que no fuimos a Cuba a hacer turismo ni en visitas institucionales, los que tuvimos ocasión de trabajar y convivir con profesionales cubanos, los que pudimos comprobar durante un largo período de tiempo -pongamos diez o doce años- la evolución del país, los que fuimos tejiendo lazos de amistad en la isla, debemos, pienso, analizar con la máxima objetividad posible las actuales condiciones económicas, sociales y políticas que se están dando hoy en Cuba. Aún a riesgo de que buena parte de lo que voy a decir a continuación se pueda rebatir recurriendo a la comparativa con Haití o República Dominicana. Acepto de antemano todos los contraargumentos.
Desde el fracaso de Bahía Cochinos, en 1961, que dejó en evidencia el interés de los EE.UU. por acabar con la Revolución, y de la instauración del bloqueo en 1962, los lazos económico-militares entre Cuba y la URSS se estrechan. A partir de la crisis de los misiles, en 1962, Cuba pasa a ser un país subsidiado por la URSS. Las contrapartidas para los soviéticos eran los recursos naturales –níquel, cobalto,... – y la posición geoestratégica de la isla. Durante más de 25 años la Revolución tiña garantizado el sustento económico de sus logros socioculturales. No hay entonces, en todos estos años una verdadera preocupación por la economía productiva real.
Con la caída del muro de Berlín y la consecuente desaparición del bloque socialista, cesan las ayudas soviéticas y Cuba entra en 1990 en el Período Especial. Sin ayuda exterior, con el bloqueo americano en plena vigencia, sin una actividad industrial digna de tal nombre, la situación se vuelve dramática para la población cubana. No hay más economía que la supervivencia. El PIB cae más de un 35% entre 1989 y 1993.
Buscando una salida a la profunda crisis económica, en 1993 el gobierno introduce algunas medidas liberalizadoras: la apertura al turismo, la autorización para inversiones extranjeras, la legalización del dólar y el empleo autónomo. Estas medidas dejaron ver inmediatamente su efecto positivo y en 1994 se comienza a salir del Período Especial. Si bien con una economía cada vez más dependiente de la actividad turística.
A partir de 1995, parecía posible conseguir una cierta viabilidad económica. Sin embargo, el bloqueo americano, junto con el prácticamente imposible acceso a los mercados financieros, consecuencia de haber dejado de pagar la deuda externa desde 1986 –no puede recurrir, por ejemplo, a créditos del Banco Mundial-, hacen imposible la compra de maquinaria y bienes de equipo que permitiesen una mínima actualización tecnológica del país. Con todo, el boom que supuso Cuba como producto turístico novedoso, en Europa –en los países mediterráneos principalmente-, Canadá, e también después en Latinoamérica, permitió una mejoría notable de la situación en los últimos años noventa. Aún así, en el año 2000 no se había recuperado el nivel de vida de 1989.
La caída del turismo a partir de 2001, consecuencia de los atentados del 11-S, la diminución de los precios del azúcar y del níquel, y la subida del precio del petróleo, junto a los efectos devastadores de la temporada de huracanes y tormentas tropicales de 2001, provocaron una nueva crisis económica que anuló buena parte de las mejoras que se habían logrado en los años anteriores. Volvió la escasez de alimentos y de combustible. La entrada en 2005 en el ALBA (Alianza Bolivariana de los Pueblos de América), vuelve a situar a Cuba, aunque en muchísima menor medida que en el período soviético, otra vez como economía subsidiada, ahora por la Venezuela de Hugo Chavez, contribuyendo a cubrir las necesidades más básicas.
Sin embargo, la actual crisis económica mundial que supuso una caída importante de la actividad turística, junto, otra vez, a los desastres naturales, acrecentaron de nuevo las penurias económicas. Veíamos estos días en la prensa que se está llevando a cabo un drástico recorte de los víveres a los que da derecho la cartilla de racionamiento así como la desaparición de los comedores de empresa. Otra vez la vida de muchos cubanos no es más que un drama diario de lucha por la supervivencia.
Eso, unido a las evidentes desigualdades económicas que tienen su origen en dos fenómenos diferentes aunque inevitablemente relacionados. De una parte, la población que está en contacto con el turismo y por lo tanto con los pesos convertibles. Camareros, taxistas, personal de los hoteles,... tienen salarios reales infinitamente superiores a los de los profesionales más cualificados (médicos, ingenieros, profesores, músicos, etc.). De la otra, la especie de casta que conforman los militantes del Partido Comunista, que les faculta para ocupar todos los puestos de la estructura económico-administrativa-política del país. Muchas veces los miembros de ambos grupos son los mismos o se dan entre ellos relaciones familiares o de poder.
De este modo, la población excluida de esos dos colectivos anteriores, en una situación económica de penuria, se ve cada vez más marginada por el sistema. Una manera directa de salir de ese círculo vicioso, consentida por el gobierno, es la degradación personal y social que supone el jineterismo –ya sea masculino o femenino– para una parte de la juventud cubana.
Las limitaciones a las libertades individuales, el control social y político total que imponen los CDR (Comités de Defensa de la Revolución), la falta de perspectivas de futuro, la lucha diaria para poder comer, las dificultades para abandonar el país, están haciendo cada día más difícil la situación de los cubanos. Ni el clima, ni su especial filosofía vital son ya suficientes.
Espero que Obama, con el que, al menos en apariencia, por primera vez la presidencia de EE.UU. se desmarca de las tesis de la gusanera de Miami, empiece por eliminar el bloqueo y facilite así el inevitable cambio que precisa Cuba.
Si la próxima presidencia española de la UE sirviese para contribuir en algo en esta dirección, ya me daría por satisfecho.
Sabias que Fidel Castro, posee, una de las mayores fortunas mundiales?. Realmente has estado en la cuba profunda? yo si, donde un ingeniero estudiado en rusia trabajaba de camerero. Te hablaron alguna vez de los campos? a mi si. Deprimente y denigrante, Las gineteras a las que te refieres es solo una triste anecdota, en medio de una degradacion a todos los niveles.
ResponderExcluirEspero haberte ayudado en tu conocimiento de cuba.