Cuando se desata la crisis el gobierno alemán, para evitar que se disparen las cifras de paro consecuencia de la caída en la carga de trabajo de sus empresas, pone en marcha un sistema compensatorio a la reducción de jornada.
Las empresas reducen las horas de trabajo de sus empleados y el gobierno complementa, en forma de prestaciones al desempleo, el salario del trabajador. Bueno para las empresas porque les permite retener a trabajadores cualificados y con experiencia. Bueno para el gobierno porque controla las cifras de paro. Bueno para el trabajador porque mantiene su puesto de trabajo.
Alemania es el primer país exportador del mundo. En consecuencia, a poco que se recuperen los mercados internacionales superará la crisis.
Por tanto, esa medida paliativa del desempleo, que supone un muy importante gasto público, será necesaria durante un relativamente corto periodo de tiempo.
En España las medidas que se adoptaron para hacer frente al incremento del desempleo provocado de la crisis han sido planteadas desde la óptica de la asistencia social. Cubrir las necesidades básicas de personas que se quedan sin ingresos.
Con una muy escasa capacidad competitiva (como bien refleja nuestra balanza comercial) consecuencia de un modelo productivo que seguía estando basado en la explotación de los recursos naturales -puestos en valor en el mercado a través de la construcción y el turismo-, resulta difícil atisbar posibilidades endógenas de reactivación económica. Nuestra crisis será larga y sólo podemos esperar a corto y medio plazo algún efecto positivo inducido de la previsible recuperación de los mercados mundiales.
La absoluta ausencia de política industrial y económica de este gobierno, más allá de pretender cambiar el modelo productivo por decreto -mientras se reduce el esfuerzo en I+D+i- augura un largo periodo durante el cual nuestras políticas asistenciales paliativas de la situación de desempleo continuarán incrementando el déficit público.
Se habla ahora de imitar el modelo alemán, aceptando reducciones de jornada por parte de la empresa que serían completadas con prestaciones de desempleo.
Una vez más, el único objetivo que parece tener el gobierno es, no tanto la lucha contra el desempleo, sino contra las estadísticas. En la misma línea que los cursos de formación ocupacional, que las sucesivas redefiniciones de la encuesta de población activa (EPA), o la última ocurrencia del ministro de educación de prolongar la enseñanza obligatoria hasta los 18 años…
En ausencia de un modelo económico –quizás también político- claro, se gobierna pensando sobre todo en la repercusión mediática de las decisiones que se adoptan.
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