En estos dos meses escasos de gobierno de la derecha, a falta de proyecto político, especialmente en lo económico, se echa mano a lo de siempre.
Sin arriesgar nada, aferrándose a los tópicos de éxito contrastado, especialmente entre sus votantes de extrema derecha. Un ministro de justicia que hace bingo salvando su imagen de progre de derechas al tiempo que anuncia la revisión de la ley del aborto, en opinión de su partido excesivamente permisiva. A falta -de momento- de éxitos deportivos, salvo la reciente victoria del Real Madrid en la copa del rey de basket en la cancha del Barça, que permitan corear aquello de: español, español, español, eo eo eeee, se recurre a un clásico infalible: ¡Gibraltar español!.
En esta línea, eran noticia esta mañana en las emisoras de radio las declaraciones de José Luis Feito, madrileño a pesar del apellido, presidente de la comisión de economía y política financiera de la CEOE, poniendo de manifiesto que en la reforma laboral recientemente aprobada, se les han quedado algunos importantes cabos sueltos. Por ejemplo, el no retirar el subsidio de desempleo a todo aquel que rechace una oferta de trabajo, sea la que sea y donde sea, incluida Laponia.
Esta ofensiva de nuestra clase empresarial, a rebufo de la comodísima victoria electoral de la derecha, tratando de laminar cualquier tipo de protección social de los trabajadores -los siguientes pasos serán la ley de huelga y las cuotas patronales a la seguridad social- deja bien claro cuál es modelo económico en el que realmente se sienten cómodos. Liberalismo a ultranza por el lado de los inputs, para vender en mercados cuanto más protegidos y regulados mejor.
Poco importa que España siga siendo el país europeo con menor inversión privada en I+D+i. Para nuestros empresarios, la competitividad pasa, como siempre, por los recursos naturales y los costes laborales. Un empresariado idóneo para cuando, en pocos años, volvamos a ser un país en vías de desarrollo.
¡Viva Honduras!
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