quarta-feira, 14 de novembro de 2012

Hay motivo, pero no hay objetivo

Que las huelgas generales son un recurso muy caro que hay que administrar con cautela, lo demuestra el hecho de que desde la muerte del dictador, hace ya 37 años, sólo se han convocado 13, y no todas eran verdaderas huelgas generales.
 
No hace falta justificar aquí, ni siquiera enumerar, las importantes razones que la ciudadanía tiene para una protesta de este calado. Empezando por los cinco millones de parados que, desgraciadamente, no pueden hacer huelga. Sobran motivos, efectivamente. 
 
Además de todas las huelgas sectoriales, ésta es la segunda huelga general que se convoca en 2012. Para una clase trabajadora ya demasiado castigada por eres, amenazas de despido, riesgos ciertos de quiebra empresarial, incremento de impuestos, deterioro, eliminación o privatización de servicios públicos, rebajas salariales, supresión de pagas extras, etc. el esfuerzo adicional que se le exige con la huelga de hoy es excesivo. 
 
Si la memoria no nos falla, de todas las huelgas generales, la realmente exitosa fue la de 1988, con Felipe González en el gobierno. Por supuesto que en aquel momento todavía teníamos la ilusión y la suficiente confianza en las propias fuerzas, de las que hoy carecemos, como para creer que sí era posible -sí se puede-, desde la calle, cambiar las cosas. Pero sobre todo, entonces sí se perseguía un objetivo concreto, la reforma laboral -la primera de las innumerables que siguieron luego-, que se pretendía imponer.
 
En la de hoy, los objetivos que se persiguen son, cuando menos, difusos. Aparte de ese pretendido, y parece que finalmente fallido, carácter internacional, y esa protesta, en genérico, por las políticas económicas que se vienen aplicando, da la impresión que el principal motivo era recobrar protagonismo por parte de las organizaciones sindicales. Unos sindicatos convertidos desde hace años en anquilosados monstruos burocráticos que no tienen reparos en aplicar a sus propios trabajadores la abusiva legislación laboral contra la que dicen luchar. Unos sindicatos, por otra parte, carentes de alternativas, incapaces de hacer propuestas, aferrados a los viejos métodos que, se demuestra día a día, ya no valen para revertir la situación, ni, lo que es peor, para movilizar a los trabajadores.
 
Por eso, en nuestra opinión, ha sido un error quemar un cartucho tan caro y tan valioso como es una huelga general, de manera tan precipitada y tan poco planificada. Y no vale ahora, tratar de medir el éxito a través del recuento de los miles, o millones, de manifestantes en las ciudades españolas. Porque para ese tipo de movilización, evidentemente justificada y pertinente, no era necesaria una huelga general.
 
Así lo vemos. Con tristeza.

Um comentário:

  1. Creo que por si o título é un exemplo de como seis palabras poden sintetizar un artigo. Moi boa reflexión. Enhoraboa.

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